jueves, 18 de julio de 2013

Crítica a Guerra Mundial Z: Presupuesto de terror

Brad Pitt is the man. Así se podría resumir la película e igual sería un éxito de taquilla; sin embargo, es más que eso. Acostumbrados a que el subgénero de zombies esté más relacionado al bajo presupuesto, Guerra Mundial Z (basada en el libro homónimo de Max Brooks) nos presenta, además de geniales tomas generales de ciudades enteras, un mundo en el que ya no es exactamente Estados Unidos quien salva el día, sino, más bien, las Naciones Unidas (¿gran diferencia?).

Este largometraje apocalíptico tiene como elemento pseudo-diferencial que los muertos vivientes son llamados zombies y que, para mala suerte de los personajes, no son de los tranquilitos de George Romero. Son, más bien, de los que no pierden tiempo en convertir a todos los que están a su alrededor (peor que religioso proclamando la palabra), situación similar que hemos visto en películas como Exterminio o, incluso, Soy Leyenda (¿esos son zombies?).

Con una trama que no decepciona, Guerra Mundial Z tiene un prólogo estupendo que contextualiza, situaciones crudas que impactan y un protagonista inteligente que no comete errores tontos, además de una buena construcción del suspenso. Esto quizás se deba a que le prestaron debida atención y billetes al tercer acto, que fue re-escrito y re-grabado después de que Pitt calificara de atroz la primera muestra. Por estas consideraciones, el presupuesto se desbordó, lo que llevó a pensar que sería un proyecto que moriría sin poder revivir.

Menos mal, Paramount optó por seguir y aumentó 20 millones de dólares al dinero asignado, pero no se preocupen por los amigos de la productora, el dinero lo recuperaron en menos tiempo de lo que una persona se demora en convertirse en zombie. Así que si, mientras la veías, te preguntabas cuánto habrán gastado, pues la respuesta es 190 millones de dólares. Todas esas escenas descartadas, sin embargo, no se perderán, serán usadas en la secuela, que esperemos no demore tanto como esta.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Fred Astaire y Ginger Rogers

La época de oro de los clásicos musicales fue en la década de los 30 y la primera mitad de los 40. La crisis económica en Estados Unidos exigía un descanso y la mayoría de tramas de estas películas se ambientaban en lujosos hoteles y tenían como protagonistas a adinerados personajes. Eran tres productoras que definieron su propio estilo musical: la Warner, la Metro y la RKO.

Fue la última quien le echó el ojo a Fred Astaire, un orejón que se estaba quedando calvo, pero que bailaba con una agilidad tremenda y tenía un carisma casi incomparable. Sin embargo, su salto a la fama no lo hubiera podido dar sin la no menos encantadora Ginger Rogers. Este dúo hizo un total de diez películas, de las cuales ocho eran con roles protagónicos y solo la última a color.

No era un secreto que Astaire era superior a Rogers en técnica de baile, pero lo que la hacía tan especial es que ella no dejaba de actuar cuando el baile comenzaba, es más "la razón por la que muchas mujeres han fantaseado con bailar con Fred Astaire es que Ginger Rogers transmitía la impresión de que bailar con él era la experiencia más emocionante imaginable."

Dentro de la productora, la peculiar personalidad de Astaire no pasaba desapercibida. Consciente de su talento, él exigía que, en cada película, él tenía que tener una performance individual (su "sock solo") y que también debía haber mínimo dos números en pareja con Rogers, uno cómico y uno romántico. Además de eso, era conocido por su perfeccionismo. Más de una vez, Rogers terminó con los pies sangrando, pero nunca lloró y eso es algo que Astaire siempre admiró de ella.

Muchas veces, Astaire es clasificado, más que como bailarín, como músico, pues, fuera de dominar coreografías a la perfección, sus movimientos se veían tan naturales que se decía que su cuerpo era un instrumento. Sus aportes a la comedia musical son, primero, que los bailes sean grabados en una toma y con la cámara casi inmóvil, para que se pudiera apreciar la belleza y esfuerzo de la coreografía. Lo segundo y más importante fue que él exigía que las canciones y rutinas de bailes debían estar incorporadas en la historia y su desarrollo.

En lo que respecta a Fred y Ginger como pareja, la misma Katharine Hepburn dijo que Fred le daba a Ginger clase, mientras que ella sex appeal a él. Bailaron casi todos los géneros musicales de la época y cada número fue tan memorable como el anterior. Sin embargo, fue en los 50's que llegó la crisis de los musicales y la gente pedía más verosimilitud. Esto se juntó con la baja taquilla y la llegada de la televisión. Fue así que Fred Astaire y Ginger Rogers se separaron. Él compartió escenario con actrices de mucha mejor técnica de baile, pero la nostalgia alrededor de este dúo las opaca hasta ahora, pues cuando piensas en Fred Astaire, lo siguiente que pasa por tu cabeza es Ginger Rogers.



viernes, 22 de febrero de 2013

Encadenados al fanatismo


Django Sin Cadenas (Quentin Tarantino)

La esperada película de Tarantino llegó a salas limeñas recién hace dos semanas y, a pesar de estar disponible en la red desde mucho antes, los fanáticos decidimos ser pacientes para poder verla en pantalla grande. ¿Y qué dicen por ahí sobre esta película?

En primer lugar están los opositores de siempre y sus argumentos ya conocidos de extreme violencia no justificada y acusaciones respecto a las fuertes venganzas que se viven. A ellos les decimos “es ficción” y, si despierta un instinto asesino, pues, lo psicópata ya lo llevabas dentro, Tarantino no tiene la culpa.

Y tampoco es que los Tarantino-lovers endiosemos al guionista/director, también encontramos defectos. La mayoría probablemente salió de la sala en estado de epifanía y profesando que podía morir en paz después de haber visto Django Sin Cadenas; sin embargo, conforme pasaron las horas, se dio cuenta de un par de detalles que no le dejaban tan buen sabor, como ¿dónde quedó el famoso fetiche de pies? O cosas sin importancia, como ¿en qué momento engordó tanto?

Acostumbrados a que nos dé más de lo que esperamos, muchos de los seguidores tuvimos las expectativas muy altas respecto a este último filme. Lo que no tomamos en cuenta es que es la primera vez que hace una película de género tan definido, un tributo puro al spaghetti western, y, como buena historia del oeste, es larga y, por momentos, aburrida. A pesar de que esa palabra tiene una connotación negativa, no lo tomemos tan mal. La historia tiene momentos muy rápidos y es necesario que haya descansos narrativos. Esto nos da pie a fijarnos en más aspectos, tales como los diálogos geniales y las excelentes actuaciones.

Nadie discute el gran talento de Tarantino como guionista, pero quizás peca un poco a la hora de la edición. Con el ego inflado (justificadamente, obvio, nadie le reprocha eso), se enamora de su texto y, al dirigir, no puede ver que hay algunas cosas de más que no se pueden arreglar solamente con buenas líneas.

Pasemos a recalcar la genialidad de cada personaje. Incluso el mismo Django, que es un personaje plano, tiene matices que lo vuelven uno de los que desarrolla más empatía con el público. Está de más resaltar lo bien desarrollados que están el doctor Schultz y el esclavo Stephen. Tengo algunos reproches con Calvin Candie, pues, a pesar de que Di Caprio sorprende al ser tan cruelmente malvado, pareciera que se disfuerza por pequeños momentos. Quizás sea porque no está Uma Thurman, pero se extrañan los personajes que le dan el toque femenino al desarrollo narrativo, que tan bien maneja Tarantino.

Finalmente, me gustaría comentar que esta película es más para público estadounidense, pues es una reivindicación de un periodo oscuro de su historia. Y, si bien siento que se excedió en violencia en determinados momentos, logra compensarlo con escenas con las que no dejé de reírme. Ya era hora de que alguien parodiara el Ku Klux Klan. En resumen… ¿qué están esperando para verla?