lunes, 25 de abril de 2011

Reflexiones sobre las elecciones por César Diego Urquizo

Nunca he publicado algo que no sea escrito por mí, pero, por el contexto en el que estamos viviendo, me parece conveniente difundir este gran artículo escrito por un gran amigo.


Algunas reflexiones sobre el modelo liberal y el valor de nuestro voto


Es difícil ser estudiante de economía, pero no sólo por todo el tiempo y esfuerzo que demandan esos complejos modelos con enorme contenido matemático que nos obligan a aprender (y comprender), sino porque existe una tendencia generalizada en las demás personas a creer que a los economistas sólo nos importa la plata. Por ende, cuando intentamos participar de una discusión acerca de políticas estatales, distribución de recursos, inversión privada, etc. con gente que pertenece a otras especialidades, a menudo tildan nuestras medidas liberales de favorecer solamente a los malvados capitalistas y de ocasionar que le arrebaten al pueblo sus preciados recursos que son el legado de sus antepasados.

Pero con este artículo no pretendo ofender a nadie. De hecho, no tengo nada en contra que la gente de todas las especialidades entre a opinar sobre economía, después de todo, es un tema que conscierne a todos y de este depende si tendremos o no de comer. Sin embargo, quisiera hacer un par de aclaraciones, que no buscan tildar a nadie de ignorante, sino que tiene como objetivo desmentir algunos mitos sobre las economías, del mismo modo que un médico podría escribir un artículo acerca de las sustancias que la gente cree que tienen efectos positivos, pero que terminan por hacer daño en el largo plazo.

El objetivo de la economía

El primer mito que me gustaría desmentir, es aquel que dice que "los economistas sólo se fijan en la plata y en las empresas". No hay nada más falso. La economía es una ciencia social, cuyo principal objetivo es maximizar el bienestar de la sociedad. En este punto muchos podrían decir: si eso es verdad, ¿por qué nos importan tanto las empresas privadas? Y la respuesta a eso es uno de los pilares de la economía moderna: "El primer teorema del bienestar"

Antes de explicar el primer teorema del bienestar, que es algo bastante técnico, creo necesario explicar un concepto muy importante: El equilibrio de Pareto. Para efectos de este artículo, no es muy importante quién fue Pareto, pero si alguien está interesado, puede buscarlo en internet. Por el momento, yo me centraré en lo que llamamos el "equilibrio paretiano".

El equilibrio paretiano es un punto en el que ningún agente de la economía tiene incentivos para moverse hacia otro lado; es decir, nadie cambiaría su nivel actual de consumo porque en ese momento, la combinación de bienes, en las cantidades en que los está consumiendo le proporciona la máxima satisfacción posible. Una situación utópica, dirán algunos, y sí, coincido con ellos, es virtualmente imposible alcanzar ese punto en la vida real, pero eso no tiene relevancia ahora, lo importante era sólo definirlo.

Ahora, sabemos que el equilibrio paretiano es el punto en el que todos los agentes de la economía han alcanzado su satisfacción máxima, pero coincidimos en que no es posible alcanzarlo. En este momento entra el primer teorema del Binenestar, ¿y en qué consiste este teorema? Bueno, como su nombre lo dice (TEOREMA), es una condición que se cumple siempre, y dice así: todo equilibrio competitivo es pareto eficiente. En otras palabras, se puede llegar al mismo resultado teniendo un planificador central que asigne recursos a fábricas y personas con la finalidad de maximizar la utilidad social, que dejando que los mercados se acomoden por sí mismos.

Pero aquí surge un problema con respecto al planificador central: este ser tendría que conocer las preferencias de absolutamente todos los consumidores y el modus operandi de todas las industrias del país para poder alcanzar ese equilibrio de Pareto. En cambio, es mucho más factible que los mercados se acomoden por sí mismos. Aquí algunos me dirán: no existe la competencia PERFECTA. Y les digo qu etienen toda la razón, existen las fallas de mercado, pero los mercados libres se aproximan más a la competencia perfecta de lo que los planificadores centrales se asemejan a aquel ser antes mencionado (que prácticamente tendría que ser Dios en la tierrra).

Existe además otro problema con el modelo de planificación central: es estático. Esto quiere decir que no hay incentivos para la reinversión y la maquinaria termina por volverse obsoleta. ¿Por qué? Porque el único que podría cumplir esa función de planificador central es el Estado, que históricamente (y en todas partes del mundo) ha demostrado ser un pésimo empresario. Pero esto no se debe a que los miembros del Estado sean ineptos, sino que se debe, más bien, a que el Estado no quiebra, y por tanto no tiene incentivos para ser eficiente.

Los inversionistas privados, por otro lado, tienen el deber de ser eficientes, porque lo que buscan es la maximización de sus propios beneficios y mantenerse en el mercado. ¿Y si lo que les importa son sus propios beneficios, por qué es bueno para la sociedad que entren al país? Porque si hay un sólo inversionista, podrá manipular los precios para ganar más beneficios a costa de la sociedad, pero si la entrada a ese mercado es libre, todos querrán entrar, y lo harán mientras sea rentable, es decir, hasta que el beneficio económico de estar en ese mercado sea cero (lo mismo que habría buscado el planificador central). Por eso es que mientras menos se restrinja la llegada de capitales, más beneficiados salen los consumidores.

Ahora claro, existen barreras naturales para los nuevos inversionistas, lo que hace que se generen los llamados monopolios naturales, pero el modelo económico libreral acepta, y promueve que el Estado intervenga en esos casos REGULANDO, para hacer que se parezca lo más posible a la competencia perfecta.

Entonces, ahora creo que está un poco más claro por qué los economistas apoyamos el libre mercado. No se trata de un complot mundial cuya única finalidad es mantener la riqueza en manos de los pocos que disfrutan de ella actualmente. Este modelo es una herramienta cuyo único fin es llegar al equilibrio de Pareto. Y aquí no es una cuestión de opiniones, porque la economía es una ciencia, y principios fundamentales como este han sido demostrados tanto matemática como empíricamente, y es por tanto, tan cierto como lo es para un físico que la velocidad de la luz en el vacío es constante, ¿o acaso uno de ellos aceptaría como respuesta que eso depende de la opinión de cada uno?

Las fallas de nuestro sistema

Habiendo dicho todo lo anterior, supongo que muchos se preguntarán por qué es entonces que nuestro país sigue viviendo en la pobreza. Aquí los factores son muchos: mala educación, segregación social, informalidad, etc. Pero la solución no es cambiar el modelo, por un simple motivo: cualquier otro modelo terminará por empobrecernos más en el mediano y largo plazo.

Las políticas sociales son muy importantes, pero no es necesario patear el tablero y deshacernos de las reglas de juego que hemos seguido hasta ahora, porque con eso sólo lograríamos malograr la buena imagen que tiene nuestro país en el exterior, y que ha sido construida en dos décadas de arduo trabajo, lo cual ahuyentaría al capital, la riqueza y el progreso.

No me malentiendan, no digo que nuestro Estado ha sido perfecto en los últimos 20 años, sólo intento recalcar que los problemas no los causa el modelo económico liberal que escogimos, sino una serie de variables que a menudo ni nos molestamos en identificar, porque es más fácil echarle la culpa al capitalismo.

Entonces, hay que atacar esos problemas, manteniendo las reglas de juego, y haciendo cambios sutiles que no afecten nuestra credibilidad, ni aumenten nuestro riesgo-país, que es parte de lo que ven los inversores antes de atreverse a poner dinero en algún lugar.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el valor de nuestro voto?

Bueno, aquí viene algo que me duele hacer, pero me dolería más permanecer indiferente ante todo el asunto. La segunda vuelta nos presenta dos candidatos entre los que no hubiese querido tener que elegir, pero lamentablemente, haciendo un análisis objetivo de sus planes de gobierno, me veo obligado a tomar partido por Keiko Fujimori. Sí, la hija del dictador que permitió las masacres que se dieron en todo el país. Aclaro que en cualquier otra circunstancia no votaría por ella, pero lamentablemente tengo que elegir entre ella y el otro candidato por el que jamás votaría, y a continuación expongo las razones de mi decisión.

El plan de gobierno de Keiko me parece bastante aceptable, y supongo que no es algo que debería extrañarnos tanto, después de todo es una chica muy bien preparada (aunque con nuestra plata....) y que cuenta con asesores que tienen experiencia en el manejo de un país. Todas las cosas malas sobre ella tienen que ver más con su persona que con su plan de gobierno: es la hija del cruel ex-dictador (y canalla) Alberto Fujimori.

Hay quienes dicen que existe el riesgo de que, al igual que su padre, busque imponer una dictadura, pero sobre esto, debo decir que, en mi opinión las probabilidades de que suceda tienden a cero. ¿Por qué? Porque tiene poco más de 35 años, y toda una vida política por delante, que sería muy tonto arruinar desde ya adueñándose del Estado. Además, el país no es tan ingenuo como cuando su papá llegó al poder, no hay una guerra interna, y los peruanos hemos aprendido a valorar un poco más la democracia. Aún si quisiera hacer un autogolpe, no creo que tuviese el mismo apoyo de las masas. Todo esto me parece suficiente para poder estar seguros de que no lo hará.

Ollanta Humala, en cambio, propone un gobierno estatista, intervención en los mercados, renegociación de acuerdos internacionales, cambios en la constitución y demás cosas que sólo conseguirían, por las razones expuestas previamente, alejar la inversión, aumentar la pobreza y destruir la imagen de país confiable que hemos construido en los últimos años.

Hace poco salió diciendo que cambiaría el plan de gobierno para así poder conciliar con los demás grupos políticos....pero esto, en vez de hacer que sume más apoyo, me hace pensar que lo hace perder credibilidad, porque significa que su plan de gobierno es sólo una forma de atraer gente, y nada más. Y si lo cambia de la primera para la segunda vuelta...¿no podría cambiarlo también en caso de llegar al gobierno? En pocas palabras, me parece que lo único que quiere es llegar al poder a toda costa, y sus antecedentes me hacen pensar que de hacerlo, aplicaría el modelo estatista y retrógrado del primer plan de gobierno.

En cuanto a su persona...qué decir...participó intelectualmente en el Andahuaylazo, y desde siempre ha buscado alimentar el resentimiento de la gente con tal de movilizar a las masas para sus propios propósitos, y ni hablar de su admitida admiración por Hugo Chávez y su modelo que es el ejemplo perfecto de cómo empobrecer a un país.

En pocas palabras, Ollanta es un hombre sin escrúpulos, como lo es también Keiko. ¿Pero qué diferencia a ambos? Uno tiene un plan para el país que sólo puede acabar mal, y la otra tiene un plan para el país, que de cumplirse podría llevarnos por la misma senda que venimos recorriendo que que ha significado una disminución en la pobreza de casi 20% (son como 5 millones de personas que antes eran pobres y ahora ya no lo son). Unos dirán que es muy poco lo que se ha reducido... pero les aseguro que si le ofrecen a cualqueir país que su pobreza se va a reducir en casi 20% en 10 años....cualquiera aceptaría esa oferta (salvo Venezuela quizás...). ¿Podría haberse reducido más? No lo sé, quizás si nuestra educación básica y superior no estuviera en tan precarias condiciones, o si los gobiernos no fueran tan corruptos, pero al menos es un avance, y la solución no es apartarse de ese camino, sino corregir los defectos coyunturales.

Reflexión final

Bueno, habiendo dicho todo lo anterior, quisiera invitar a quienes van a votar en blanco a que lo piensen mejor. Nadie quiere votar por una persona inescrupulosa, pero no vamos a votar para elegir al presidente de nuestra consciencia, sino al que va a dirigir a todo un país de 28 millones de habitantes, y que puede significar la diferencia entre que otros 5 millones de personas salgan de la pobreza o que poco a poco nuestra economía comience a estancarse hasta llevarnos hacia donde terminamos después del último gobierno militar.

Es verdad, puede que Keiko libere a su padre, pero también puede que Ollanta libere a su hermano. Me dirán algunos: A. Fujimori mató más gente que Antauro. Y sí, es verdad, pero en primer lugar no puedes comparar vidas por cantidades, porque cualquier vida es invaluable, y en segundo lugar, Ollanta viene con un efecto negativo adicional: su plan de gobierno. Creo que haciendo un balance, la estabilidad económica vale hacer un sacrificio como el que representa ver libre al canalla de A. Fujimori.

Hay veces en que uno tiene que hacer cosas que no le gustan, pero creo que en este caso será por el bien mayor. Es una vergüenza para algunos votar por Keiko, y me incluyo, pero hay veces en que hay que tragarse el orgullo para hacer algo bueno por el país.

Si realmente queremos ayudar a los que menos tienen, tenemos que poner de nuestra parte y exigir mejores políticas sociales, pero no cambiar nuestro modelo económico de libre mercado. Creo que en momentos así hay que taparse la nariz y votar por quien representa la continuidad del modelo. Dejemos de lado nuestro orgullo por un momento, para cuando no haya tanto en juego.


César Urquizo
14 de abril de 2011