domingo, 30 de octubre de 2011

XY

Los hombres son mejores amigos que las mujeres. Son directos, sinceros, menos escandalosos y, si te ocultan algo, es porque realmente no te interesa o es algo muy cochino. Puedes comer lo que te dé la gana y como te dé la gana frente a ellos. Hablan más despacio. No tienen altibajos hormonales. Si te critican, es por algo que vale la pena. Puedes pegarles y no se molestan (porque no les duele), puedes gritarles y no se resienten. Sus consejos son más analíticos; a veces, hasta más efectivos. Son cheverotes, pero hay momentos en los que necesitas que te digan que eres la mejor, que nunca te harán a un lado y que te entienden a la perfección. Esos son los momentos en los que necesitas amigas. ¿Qué pasa cuando escasean? Escribes.

sábado, 8 de octubre de 2011

Tercer y último cuento de Lucha Libro

Elementos: Tajador, pop corn, tarántula
(Me descalificaron porque no puse pop corn)

Combo para 27

Me desperté tarde, como de costumbre. Había sentido un pequeño picón en la mano. Todavía seguía medio adormilada y no quería abrir los ojos. Sin embargo, mi cabeza empezó a dejarse llevar por mi inconsciente e imaginé que era un oso que me hacía cosquillas, o quizás una tarántula gigante que acechaba mi sueño.

Decidí abrir los ojos antes de que los monstruos se pusieran más agresivos y encontré que solo había sido un pequeño mosquito. Alisté mis cosas para salir a enseñar. Hoy era uno de esos lunes terribles y nublados en los que los niños estarían medio adormilados y sin lápices ni tajador. Opté por hacer mi clase diferente.

Llegué al salón y me los encontré sentaditos y bien peinaditos. Les comenté mi plan y se quedaron estupefactos, no lo podían creer. Algunos dijeron que sus mamás no los dejarían, pero yo estaba segura de que no se opondrían.

Cogí mi cartera, los niños, sus maletas y nos encaminamos al cine de la avenida Benavides. Era el más seguro. Pedí en caja 27 entradas y la señorita me miró extrañada. Solo le sonreí. Llegué al a confitería y pedí combo para 27 personas. Resultó que sí había y me salió mucho más barato.

Los niños se sentaron tranquilos a esperar la película. No sabían que las entradas eran para ver el relanzamiento de la tan aclamada Viernes 13.

Segundo cuento de Lucha Libro

Elementos: Matamoscas, bandera pirata, vaso de leche

El loro matador

Era mi primer viaje marino. Quién lo pensaría, alguien que no sabe nadar, ni siquiera estilo perrito. Me fui a la tienda y compré todo lo que creí necesario. Llegué al Callao, ese lugar misterioso con cierto matrimonio chino. Subí, toda la tripulación me saludó. Me puse mi gorro de capitán, no sin antes darle una galleta a mi loro, es importante darle una recompensa si quiero que me dé la ruta correcta.

Ya llevaba diez días en el mar, hasta ese momento no me había mareado. Era impresionante. Lo único que extrañaba más que la tierra firme, era un vaso de leche frío por las mañanas. Veía el horizonte con tranquilidad cuando de repente, la vi. A lo lejos, flameando como si no fuera asunto suyo estaba la bandera pirata. Les grité a todos que se dirigieran a sus puestos y alistaron los cañones. Mi loro cogió su matamoscas. Me lo había pedido antes de abordar y en la tienda se lo había conseguido. Nos dirigimos a toda la velocidad posible.

Barba morada me miró. Ja. Viejos conocidos sin habernos visto antes, pero lo que él no sabía era que yo tenía un loro con matamoscas para su ejército de insectos voladores. ¿Vencería?

Primer cuento de Lucha Libro

Elementos: Salero, aerosol, cerveza Cristal.

El olor anónimo

Ñam ñam. Qué rico! Hace mucho tiempo que no comía un almuerzo como este. Y no era para menos, acababa de ganar un gran premio. A pesar del ambiente de alegría que se sentía, el mesero se había demorado años en traer la sal. Sí, me gustan las papitas fritas con muuucha sal. Cuando se aproximó con el salero, no pude evitar esbozar una sonrisa. Cuando todos pusimos los cubiertos sobre los platos y los empezaron a retirar, el mismo mesero se aproximó con una cerveza Cristal y la plantó frente a mí. "Es de parte del señor de la mesa del a esquina", dijo. Extrañada, volteé. Era, nada más y nada menos, que un viejo profesor del colegio. Jaime Enriquez. Le hice un ademán saludándolo y me levantó el pulgar como diciendo "Bien hecho". Estábamos a punto de pagar la cuenta cuando se escuchó un "prrff". Todos extrañados nos miramos. Celia miró a Alvaro, Silvia miró a Jorge, Diego miró al otro Diego. Yo agaché la mirada. El dueño se acercó corriendo con un ambientador de aerosol y lo esparció por todo el lugar. Había sido yo, pero por ser la agasajada, seguro que me perdonarían.

Lucha Libro: Impro literaria

Hace dos meses me seleccionaron para participar en un concurso de improvisación literaria llamado Lucha Libro. El reto consistía en escribir un cuento en 5 minutos con tres elementos que te dan en ese momento. Todo lo que escribes es proyectado en la pared blanca detrás de ti. Además, todos los competidores tienen máscaras de lucha libre puestas y un seudónimo. El jurado, que tiene tres personas reconocidas que van rotando cada fecha, es el que decide qué luchador gana. Pude participar tres veces, pues en cuartos de final me descalificaron. A continuación (futuros posts), publicaré los cuentos que hice. Recuerden, 5 minutos, 3 elementos, 1 público expectante.