martes, 17 de abril de 2012

El látigo ideológico: La pesadilla de mi mano izquierda

Nací zurda (menos mal en 1991 y no en el medioevo) y fui criada por una zurda, mi mano izquierda nunca fue un problema en casa, había todo para diestros y todo para zurdos. Sin embargo, en Kinder llegaron los problemas. El primero fue aprendiendo lateralidad: "La derecha es la mano con la que escriben", enseñaba la miss, "levántenla". Mandaron anotación a la casa, preocupados porque no entendía cuál era mi derecha.

El segundo fue a vísperas del Día del Padre. Habíamos preparado unas tarjetas muy lindas y coloridas. Al final, teníamos que poner nuestro nombre en letra corrida, como manda quien-yo-no-sé, después de que la profesora nos enseñara cómo. Supuestamente, la mano tenía que fluir, tan simple, de izquierda a derecha. Ay de mí, no me salía la G. Mi mano fluía más que el agua, pero regresaba a la letra N. Empecé a hacer borrones porque ya había dejado de contar cuántas veces me había equivocado. Mi perfeccionismo infantil y el hecho de que era un regalo para mi adorado papá no ayudaron a que me saliera delinear "Angie". Así que empecé a llorar bajito, estaba arruinando la tarjeta. La profesora se dio cuenta y me castigó en la esquina hasta que me saliera bien. Es más, lo escribió en un papelito frente a mí, se veía tan fácil. Guiándome del papelito, hice lo que pude, pero nunca le di la tarjeta a mi papá. Era una vergüenza para mí.

Ahora soy zurdista, así que todo bien.

martes, 3 de abril de 2012

¿Orgullosa yo?

Nos quejamos porque no nos hacen caso, pero, cuando lo hacen, ya no nos importan. Es que, en serio, desde un inicio no importaron. La razón por la que nos molestábamos si es que no contestaban, volteaban, respondían o miraban era simple: ¿Cómo no me vas a hacer caso A MÍ?

Comprendan, no se pueden entregar desde el comienzo, nos condicionan a tener expectativas altas de ustedes todo el tiempo. Y no creo que puedan mantenerlas 24/7. No los estamos menospreciando, pero si están gileando, no se vayan a despedir con un "chau, cdt, ablao". En primer lugar, si creen que somos importantes, tómense el tiempo de escribir la palabra completa. En segundo lugar, nos tienen tan entretenidas y atentas a la conversación que no pueden cortar la línea así. No es nuestra forma de funcionar.

Nuestros cambios hormonales son un tema tabú, pero pobre de aquel que no lo tome en cuenta. Nuestras amigas son importantes. No todas son buenas consejeras, pero igual las escuchamos a todas. Deal with it.

Uno diría que después de tantos años de convivencia entre hombres y mujeres, ahora sabemos entendernos mutuamente. Estamos lejos de alcanzarlo. Bueno, más ustedes que nosotras.

Solo déjenos vivir con nuestro orgullo que, si desatas la furia de la bestia, se multiplica y fusiona. Lalalá.