viernes, 22 de febrero de 2013

Encadenados al fanatismo


Django Sin Cadenas (Quentin Tarantino)

La esperada película de Tarantino llegó a salas limeñas recién hace dos semanas y, a pesar de estar disponible en la red desde mucho antes, los fanáticos decidimos ser pacientes para poder verla en pantalla grande. ¿Y qué dicen por ahí sobre esta película?

En primer lugar están los opositores de siempre y sus argumentos ya conocidos de extreme violencia no justificada y acusaciones respecto a las fuertes venganzas que se viven. A ellos les decimos “es ficción” y, si despierta un instinto asesino, pues, lo psicópata ya lo llevabas dentro, Tarantino no tiene la culpa.

Y tampoco es que los Tarantino-lovers endiosemos al guionista/director, también encontramos defectos. La mayoría probablemente salió de la sala en estado de epifanía y profesando que podía morir en paz después de haber visto Django Sin Cadenas; sin embargo, conforme pasaron las horas, se dio cuenta de un par de detalles que no le dejaban tan buen sabor, como ¿dónde quedó el famoso fetiche de pies? O cosas sin importancia, como ¿en qué momento engordó tanto?

Acostumbrados a que nos dé más de lo que esperamos, muchos de los seguidores tuvimos las expectativas muy altas respecto a este último filme. Lo que no tomamos en cuenta es que es la primera vez que hace una película de género tan definido, un tributo puro al spaghetti western, y, como buena historia del oeste, es larga y, por momentos, aburrida. A pesar de que esa palabra tiene una connotación negativa, no lo tomemos tan mal. La historia tiene momentos muy rápidos y es necesario que haya descansos narrativos. Esto nos da pie a fijarnos en más aspectos, tales como los diálogos geniales y las excelentes actuaciones.

Nadie discute el gran talento de Tarantino como guionista, pero quizás peca un poco a la hora de la edición. Con el ego inflado (justificadamente, obvio, nadie le reprocha eso), se enamora de su texto y, al dirigir, no puede ver que hay algunas cosas de más que no se pueden arreglar solamente con buenas líneas.

Pasemos a recalcar la genialidad de cada personaje. Incluso el mismo Django, que es un personaje plano, tiene matices que lo vuelven uno de los que desarrolla más empatía con el público. Está de más resaltar lo bien desarrollados que están el doctor Schultz y el esclavo Stephen. Tengo algunos reproches con Calvin Candie, pues, a pesar de que Di Caprio sorprende al ser tan cruelmente malvado, pareciera que se disfuerza por pequeños momentos. Quizás sea porque no está Uma Thurman, pero se extrañan los personajes que le dan el toque femenino al desarrollo narrativo, que tan bien maneja Tarantino.

Finalmente, me gustaría comentar que esta película es más para público estadounidense, pues es una reivindicación de un periodo oscuro de su historia. Y, si bien siento que se excedió en violencia en determinados momentos, logra compensarlo con escenas con las que no dejé de reírme. Ya era hora de que alguien parodiara el Ku Klux Klan. En resumen… ¿qué están esperando para verla?